Muchos
lectores se preguntarán frunciendo el ceño: ¿psicología social en deporte?...
¿qué invasión territorial es ésta? Sin embargo hay que aceptar la premisa,
cuyas conclusiones son el resultado de experiencias sorprendentes. Los cables
nos han transmitido la presencia de un psicólogo en la delegación brasileña de
fútbol que compitió en el campeonato mundial.
Alguien
comentó el asunto en forma jocosa; otros dieron la noticia con asombro. Los
europeos, acostumbrados a bucear en el terreno de toda investigación, reciben
la novedad vivamente interesados. Y se afirma ya que, tanto en Italia como en
Francia, las futuras delegaciones deportivas incluirán un técnico en cuestiones
psico-sociales.
Nosotros,
también aguijoneados por la inquietud, hemos tendido un puente entre un hombre
de ciencia y la opinión pública. Se trata del Dr. Enrique Pichon Rivière, cuyo
prestigio como psicoanalista ha trascendido universalmente. Enfrentando los
temas de marras, el Dr. Pichon Rivière comienza por decirnos:
-De
acuerdo: en nuestros tiempos, el deporte es máxima preocupación. Todos buscan
el desarrollo de la fuerza y resistencia corporales; los progresos de la
ciencia y la mecánica han creado numerosos medios que la afirmación deportiva
utiliza para sus fines y en todos los países del orbe se han creado numerosos
organismos directores y clubes que realizan la tarea de dirección, conducción y
difusión de las diversas manifestaciones deportivas. Las reglas establecidas, a
su vez, han logrado uniformidad común para esas prácticas. Pero lo que poco se
ha dicho es que la intervención de un psicólogo social en el campo del deporte
tiene en la actualidad un especial significado. Ello se debe a que uno de los
más preclaros representantes de la psicología social, George H. Mead, ha basado
sus estudios en observaciones hechas sobre juegos en equipos, de los cuales él
mismo participaba.
-Barrunto
que a Ud. le interesa mucho el tema, por lo que cabría preguntarle cuál ha sido
el motivo que lo decidió a enfocarlo.
-He
practicado deportes desde niño. El fútbol, sobre todo. Además, he vivido en
pueblos pequeños, de escasa población, que, naturalmente, facilitan la
integración de las pandillas o "barras", es decir grupos espontáneos
de niños, con una finalidad determinada. En Goya, Corrientes, por ejemplo,
fundamos un club, el Matienzo, que resultó el más importante de la zona.
Recuerdo que en aquellos tiempos nos organizábamos continuamente en equipo,
fuere para jugar, para planear fugas colectivas a una isla, librar batallas
navales en el río (con gran desesperación de nuestras madres) o para cualquier
otra cosa. Desde entonces quedó en mí la vivencia de carácter operativo de las
situaciones grupales. Años después, compartiendo las prácticas deportivas con
mis hijos, he vuelto a vivir la experiencia.
-¿Y
es la primera vez que expone ideas en torno a este problema?
-Si.
-¿Tiene
Ud. alguna información con respecto a que se haya emprendido anteriormente la
tarea?
-Alguna
he recogido, aunque tengo la certeza de que nada se ha hecho en forma
sistemática.
-¿Cuál
es, a su criterio, doctor, la posición de un equipo ubicado dentro de una
institución?
-Un
grupo o equipo que actúa en un club debe asumir papeles que le son adjudicados
y debe mantener su prestigio determinado.
-Pero...
¿y el profesionalismo?
-Con
el profesionalismo se agrava considerablemente esta situación. Porque a la
tarea del grupo (equipo), que es la de ganar el partido, se une ahora la
necesidad de sostener un nivel, debido a que lo suyo se ha convertido en una
profesión, en un medio de vida.
-No
cabe duda que el deporte-espectáculo ha traído como consecuencia una serie de
males que están hoy profundamente arraigados.
-Pero
hay otros factores conflictuantes. La mayoría de las perturbaciones de un
equipo no sen emergentes primarios de ese equipo. Pensemos en los compromisos
que los dirigentes tienen y en la utilización secundaria de la actividad
deportiva (como la de proyección política). Esto hace que la situación de cada
integrante de ese equipo, llamado jugador, esté seriamente comprometida en una
red de tensiones que muchas veces él mismo trata de eludir aunque
infructuosamente. También existe otro núcleo integrado por entrenadores,
preparadores físicos y masajistas, que viven alrededor del precitado grupo,
formando un verdadero cinturón que aísla al jugador de ciertos contactos con la
realidad misma del club, que suele distorsionar a medida que transcurre el
tiempo.
-No
nos olvidemos tampoco del aficionado o "hincha"...
-En
absoluto. El "hincha" es un personaje importantísimo,
desgraciadamente muy desplazado en la actualidad. El hincha, que se ve
frustrado por el carácter poco operante de su equipo, reacciona a veces con una
violencia inusitada, tomando como "chivo emisario" a su jugador
favorita, último eslabón de esa serie de conflictos que hemos visto.. La
decepción de la "hinchada" es enorme, porque también es enorme el
desajuste que existe entre sus aspiraciones y las realizaciones del equipo. Por
eso es que fundamentalmente se siente defraudado. Pensemos también que sus
pretensiones están íntimamente ligadas a la capacitación que él mismo tiene en
cuanto al manejo de la pelota y la estrategia del juego.
-Es
evidente, doctor, que puede llegarse por su intermedio a un estudio intensivo
sobre el deporte y, particularmente, sobre el fútbol.
-Estoy
enteramente dispuesto a hacerlo.
Y
así concluyó nuestro diálogo, aunque surge claramente del mismo que sólo nos
hemos introducido en la materia. Elevamos posteriormente un cuestionario al Dr.
Pichon Rivière, quién gentilmente aceptó desgranarlo. En el mismo tratamos el
deporte en sus más amplios aspectos. Comenzando por su definición, continuando
por el papel desempeñado por un atleta y concluyendo con la función por la que
atraviesa el fútbol argentino, analizado desde este ángulo. En los próximos
números de nuestra revista haremos entrega de todo este material que resultará
seguramente de valioso punto referencial.
Enrique Pichon Rivière y Ana P. de Quiroga
"Psicología de la vida
cotidiana".
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